
Ejerció de partera y también como sanadora, ayudando a aliviar los dolores de los enfermos. Su madre, Josefa Calvar, había sido también curandera, con buenas manos para las torceduras, contracturas y otros males.
Constantina compaginaba el trabajo de partera, de forma

Constantina Pérez no dejó nunca de ejercer sus dotes de sanadora y partera. Tres meses antes de su muerte, a los 75 años, ayudó a traer al mundo a un nuevo moañés.
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Una de las calles de este pintoresco pueblo lleva su nombre.
Una de las calles de este pintoresco pueblo lleva su nombre.
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